Por: Dra. Claudia Sotelo Arias
La cantidad de divorcios se ha incrementado considerablemente. Sabemos por datos del INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía) que en los últimos 30 años se han cuadriplicado la cantidad de padres que se deciden por la separación. Es por ello que CEEPI se preocupa por orientar a los padres y ofrecerles un camino diferente al leer este artículo.
El ritmo de vida acelerado que vivimos hoy en día nos hace querer todo fácil y rápido sin importar a quién lastimemos. Muchas veces, en el caso de los divorcios, quienes más pierden son los hijos: sus padres, las personas a quienes más quieren en el mundo, están sumidos en grandes batallas dónde ellos resultan las mejores armas para vencer al adversario. Los niños, por influencia de alguno de sus padres, se convierten en los portavoces del odio: son mandaderos, espías y a veces hasta los verdugos de sus propios padres. Y juegan entonces un papel que no les toca vivir: no sólo es la pérdida en sí misma, es la ola de agresiones que literalmente “se los lleva entre las patas”.
Pareciera que entre más corre el proceso de divorcio los padres más se odian. Lo que fue amor hoy es resentimiento puro y deseos de vengarse. A los niños les es muy complicado asimilar la separación de sus padres, y más aún si el conflicto y la agresión están desbordados, como se podrá ver a continuación:
La Señora Vega solicitó consulta para su hija Natalie de siete años de edad a petición de la primaria donde estudia su pequeña. Expresó que no sabía por qué razón la directora del colegio le hizo tal solicitud: “ella es una niña como cualquier otra”; dijo su mamá. A su vez, las maestras de la escuela notaron que la pequeña estaba sumamente irritable, era agresiva con sus compañeros. La causa salió a flote: a Natalie no le gusta que “papá y mamá ya no vivan juntos, y estén tan enojados todo el tiempo”. Los padres de la niña se separaron desde hace cuatro años, debido a que la señora tenía una nueva pareja.
Desde entonces inició literalmente una “guerra”, ya que el padre quiere “quitarle todo a su ex esposa”. La ha difamado, la ha seguido, le hace “la vida imposible”. Constantemente usa a su hija para platicarle lo “mala” que es su madre. La cuestiona y le exige que ella le informe a detalle las actividades de la ex esposa. Además le hace comentarios como “ojalá tú no seas como ella”, “mira como sufrimos por su culpa”, “si se hubiera portado bien, viviríamos aún juntos”, “ella rompió nuestra familia”, “ven a vivir conmigo y te voy a comprar todo lo que quieras”.
Sus papás no pueden ver con claridad. No alcanzan a asimilar las repercusiones que tendrán en la vida de sus hijos las constantes agresiones: le están haciendo mucho daño a Natalie. Parece que no saben que sus hijos hoy son niños, que están creciendo, y que estas cosas nunca se olvidan. En un futuro podrían padecer las consecuencias: odio, enojo, desesperación y frustración. Cuando hay tanto odio; los niños se vuelven invisibles a los ojos de sus propios padres.
Lo peor para lo pequeños evidentemente no es el divorcio ni la separación; lo que más daño les causa y marcará para siempre es el nivel de agresión y destrucción que hay entre sus padres. Es justo eso lo que puede repercutir en que ellos puedan desarrollar diversos trastornos emocionales como problemas de aprendizaje, trastornos de la alimentación, dificultades en el sueño, bullying o baja autoestima.
Una de las soluciones es volver a mirar a los hijos y no olvidarse de que a ellos les duele la situación probablemente más que a los padres: son hijos de ambos y eso es para toda la vida. Ellos sólo podrán tener estos padres, los seres más importantes en su vida. Es importante entender que el divorcio se da entre los adultos, que el niño no tiene que ser protagonista de tal proceso. Los problemas son de los mayores, que como tal tendrán que resolver sus dificultades.
Por ello, te damos algunas recomendaciones para tratar con tus hijos en caso de divorcio:
1. El divorcio ocurre entre los padres, entre adultos, y entre ellos se debe resolver.
2. No usar a los hijos como mandaderos, espías, armas; ellos son sólo hijos de ambos.
3. No hables mal de tu cónyuge cuando ellos estén presentes.
4. Tratar de pensar que algún momento, tu expareja y tú vivieron una relación amorosa, llena de acuerdos. Tal vez aún puedan recuperar algo en beneficio de los niños.
5. Recuerda que tu expareja y tú son las personas más importantes en la constelación de tu hijo. ¿Qué te parece si le ayudas a cuidarlos?
Al estar en el proceso de divorcio es importante contar con la guía de un especialista, con el fin de fortalecer la relación entre padres e hijos: así que sí es posible tener un divorcio en buenos términos.