Como todos sabemos el coronavirus es un problema epidemiológico de grandes proporciones y muy peligroso para gran parte de la humanidad, sin embargo, también se están presentando daños colaterales en la esfera emocional en algunas familias mexicanas, que pueden presentarse como cuadros severos de paranoia. Es natural que estemos experimentando muchos temores dada la complejidad de la situación. El problema surge cuando las personas sanas, o que no padecen el virus, se comienzan a paralizar debido a un exceso de miedo, porque perciben que son más susceptibles a infectarse y es entonces cuando pueden padecer algunos episodios de terror, el cual puede ‘contagiar’ a los demás familiares.
La epidemia es un hecho innegable como también lo es el hecho de que si tomamos las medidas de precaución que recomiendan las autoridades sanitarias, las posibilidades de contagio se pueden reducir. No obstante, por la etapa en que estamos, Emergencia Sanitaria a nivel nacional, un determinado grupo de personas, podría experimentar una fobia a morir por el virus, donde los temores reales se transformen en un terror paralizante. Las personas comienzan a padecer una intensa depresión o pesimismo desmedido, rabia y un sentimiento de persecución incesante, por el cual piensan que en cualquier momento podrían ser contagiados por el coronavirus y por ende, morir.
Los temores desmedidos se presentan en personas que tienen las siguientes características:
• Son personas que por lo general guardan su agresión hacia su propia persona o que constantemente se lastiman desde el punto de vista emocional.
• Son dependientes emocionalmente hablando, así que siempre buscan que alguien más les resuelva sus dificultades.
• Son ambivalentes, es decir, sujetos que cambian y oscilan en sus afectos, pensamiento y acciones, como por ejemplo, modificar decisiones de un momento a otro, o irse al polo opuesto.
La conducta paranoica de los adultos puede “contagiar” a los niños y generar trastornos emocionales como ansiedad, insomnio, depresión y la sensación persistente de que algunos de sus padres o seres queridos o ellos mismos, pueden perder la vida en cualquier momento sin importar las medidas sanitarias que empleen.
Esta obsesión puede contagiarse y en lugar de tratar de sobrellevar la cuarentena de una forma más efectiva, con actividades lúdicas, y tratando de disfrutar en la medida de lo posible, las familias pueden convertir su hogar en una trinchera donde se cree cercana la posibilidad de contagio se puede dar en todo momento: eso es desgastante y termina por estresar también a los niños.
Por tanto, podemos concluir que las personas que están experimentando la otra ‘epidemia’, la emocional, las invitamos a que guarden tranquilidad. La humanidad ha pasado por situaciones similares a lo largo de su historia y siempre hemos salido adelante. Si este síntoma, el emocional es ingobernable, lo mejor sería acudir con un especialista porque lo más probable es que la paranoia sea un síntoma más de una enfermedad emocional que la epidemia ha potenciado.
Algunos consejos para conservar la tranquilidad en familia:
• Estar bien informado no equivale a ver las noticias o noticieros o redes sociales durante todo el día. Esto genera un clima de estrés en el hogar.
• Ocuparse en vez de preocuparse. Es indispensable crear un rutina diaria en familia que involucre desde el desarrollo de las tareas escolares de los niños, el trabajo en casa de los adultos, la limpieza de la casa, juego, diversión y momentos de privacidad. La idea es no estar inactivo.
• Leer libros, ver películas, programas de interés familiar y que no tenga relación con la epidemia o con temas relacionados con ella.
• Conversar acerca de la angustia que genera un posible contagio e incluso sobre el temor a perder la estabilidad económica: hablar genera alivio y en se pueden obtener soluciones.
• Estar en contacto con amigos y familiares, utilizando tecnologías de video.
• Siempre pensar que todo tiene solución y que al final aunque el Covid-19 es altamente contagioso, la mayoría de las personas no se enfermarán de gravedad.